miércoles, 12 de enero de 2011

Piscinas en nombre de Alá

En los últimos meses se han sucedido incidentes, enfrentamientos y crisis relacionadas con la vida sexual, social, religiosa y cultural de las mujeres musulmanas francesas, enfrentadas entre ellas y...


AP. Imagen de una playa de Irán, donde imperan estrictos códigos de vestimenta para las mujeres y espacios habilitados exclusivamente para ellas, al tener prohibido bañarse con presencia masculina
AP. Imagen de una playa de Irán, donde imperan estrictos códigos de vestimenta para las mujeres y espacios habilitados exclusivamente para ellas, al tener prohibido bañarse con presencia masculina.
 
En los últimos meses se han sucedido incidentes, enfrentamientos y crisis relacionadas con la vida sexual, social, religiosa y cultural de las mujeres musulmanas francesas, enfrentadas entre ellas y sus familias, con nuevos flecos relacionados con el proselitismo islamista radical, que está recibiendo donaciones económicas de asociaciones femeninas profundamente integristas.
 
El caso más emblemático es el de Vigneux-sur-Seine (Essonne) donde una organización femenina musulmana había organizado un partido de baloncesto con fines benéficos... La Asociación cultural de los musulmanes de Vigneux (ACMV) había presentado en la alcaldía una demanda de autorización, para celebrar el partido en el polideportivo municipal.
 
En principio, la alcaldía dio su autorización, de oficio. Hasta que alguien advirtió que, en verdad, se trataba de un partido de baloncesto femenino, cuya presencia estaba sencillamente prohibida a los hombres. Una de las organizadoras del partido, que prefiere guardar el anonimato, da la siguiente explicación: «Muchas jóvenes musulmanas no quieren desnudarse y correr en presencia de hombres. Y están en su derecho. Para muchas jóvenes musulmanas es sencillamente impensable quitarse el velo y correr detrás de una pelota, en ropa deportiva, delante de ningún hombre...»
Bernard Laporte, secretario de Estado para el deporte, tiene un punto de vista diametralmente opuesto: «Un gimnasio, una sala de deporte, son sitios públicos, que no puede prohibirse a nadie. Me parece correcta la decisión del alcalde de prohibir el partido de baloncesto que se pretendía jugar sin presencia masculina».
 
El caso de Vigneux tiene una peculiaridad política de nuevo tipo: la Asociación cultural de los musulmanes de Vigneux (ACMV) pretendía recolectar dinero destinado a las facciones palestinas integristas, en Oriente Medio. Se trata de una nueva forma de beneficencia islamista: organizar actividades artísticas, deportivas, humanitarias, en Francia y otros países europeos, para enviar dinero a las organizaciones islámicas en las distintas fronteras de Israel.
 
Hace días, otro caso semejante estalló en La Verpilli_re (Is_re), donde se organizó un concurso de natación reservado a mujeres musulmanas hostiles a la presencia masculina en sus actividades deportivas. El alcalde consideró oportuno buscar nadadoras profesionales que aceptasen trabajar ese día, en la piscina, para evitar que ningún hombre asistiese a un «torneo» de natación con fines igualmente benéficos.
 
Fue en Lille, donde tiene su feudo político Martine Aubry (la hija de Jacques Delors), donde se planteó por vez primera el problema del uso de la piscina municipal, cuando las jóvenes musulmanas reclamaban un horario propio, para poder bañarse sin presencia masculina.
 
Problemas en la sanidad pública:
 
Desde hace más de una década, en los hospitales públicos de la periferia de París y las grandes capitales de provincias son relativamente frecuentes problemas muy semejantes. Maridos musulmanes que no desean que sus esposas embarazadas sean atendidos por personal masculino.
 
Ese tipo de incidentes, en clínicas, piscinas y salas deportivas coincide con otro tipo de problemas. Hace días, un tribunal concedió la anulación de un matrimonio, tras la denuncia de un marido musulmán, que decía haber sido engañado por una esposa que no llegó virgen al matrimonio. Al mismo tiempo, son cada día más frecuentes los casos de mujeres nacidas en familias musulmanas que llevan una vida «libre». El caso más famoso es el de Rachida Dati, ministra de Justicia.
 
Los sociólogos subrayan otro fenómeno social: aumenta las jóvenes musulmanas dispuestas a pagar cerca de 3.000 euros por una operación de cirugía vaginal que permita «restaurar» su virginidad.
 
El secretario de Estado para el Deporte defiende que no se puede prohibir la entrada en un espacio público a nadie.
 
 

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